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Mataderosmibarrio

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El 14 de abril de 1889 se colocó la piedra fundamental de los nuevos mataderos, que desplazarían de esa forma a los tradicionales Corrales Viejos ubicados en la zona de parque de los Patricios. Y fue alrededor de las nuevas instalaciones donde comenzó a formarse el barrio, cuya población vivía de la nueva fuente de trabajo allí instalada.

Los mataderos se inauguraron en l901. Por entonces, Mataderos era Nueva Chicago, denominación que aludía a la ciudad norteamericana caracterizada por su industria de la carne. El arroyo Cildáñez ganó por años un apodo: "el arroyo de la sangre", pues hacia él derivaban los desperdicios de la industria carnicera. En 1912 se habilitaron las primitivas instalaciones del hospital Juan F. Salaberry, creado a partir de la colecta pública organizada por los amigos del hombre de negocio de ese nombre, en homenaje a su memoria. Y así fue creciendo este barrio, cuya denominación Mataderos, nacida y acuñada en forma tradicional se impondrá definitivamente en la nomenclatura porteña.

El tradicional Mataderos es un barrio bastante extendido y muy poblado, que se destaca por ser una mezcla de ciudad y campo. Todavía hoy, el que quiera ver una genuina payada en Buenos Aires podrá hacerlo aquí, donde esta tradición se mantiene viva como en ningún otro barrio porteño.

Durante la década del 60 e inclusive parte de los 70 era un lugar de encuentro de payadores y gracias a su gran sentido comunitario, este barrio marcó un hito en la historia de la Capital Federal, ya que fue un símbolo de tradición y de fuente de trabajo en especial para las clases más necesitadas.

En otro orden, y en términos de movilización popular, Mataderos ocupó un lugar preponderante en momentos muy agitados de la historia política argentina, ya que dirigentes de establecimientos industriales de la zona poseían un gran poder de convocatoria. En la actualidad conserva ese perfil de barrio industrial, con un intenso tránsito de grandes camiones; al mismo tiempo, en su extensa superficie se encuentran muchas casas de clase media de una sola planta, a veces entremezcladas con galpones y depósitos fabriles.

Es así como, lo cultural aparece como un espacio de conflicto en el que diversos intereses colectivos, hábitos culturales, expectativas comunitarias, suscripciones simbólicas, etc. son negociados más allá de los límites y perspectivas nacionales.

Para no perder nuestra identidad debemos apropiarnos de la cultura y utilizarla como puente y vehículo para conocernos, integrarnos, aceptarnos y no perdernos en la anomia. (Un saber con implicancias prácticas y situado en un sujeto - individual o colectivo - que se interroga acerca de sus hábitos, acciones y elecciones)

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